UN MENSAJE PARA QUIENES FUERON, SON Y SERÁN ESTUDIANTES
Este texto lo escribo
con el propósito de agradecerle a las personas que fueron estudiantes durante
los más de diez años que fui profesor en la Universidad Industrial de
Santander. En ese sentido, permítanme agradecerles por haber asistido a mis clases,
por haber escuchado aquello que yo pensaba era importante enseñarles, por haber
criticado y cuestionado lo que yo les decía y especialmente por haber tomado la
decisión de aprender, quizás, ese era el mensaje que yo trataba de entregarles con cada una de mis acciones. Estudiantes, muchas gracias por todo lo que me enseñaron.
No pretendo hablar
sobre los detalles de esa maravillosa década al servicio de una universidad
pública tan prestigiosa, quiero escribirles sobre lo que yo pienso debe ser el rol de los estudiantes en las sociedades
contemporáneas. Quiero a través de este texto invitarlos a pensar en los retos
que tiene nuestra sociedad en los años venideros, años en los cuales ustedes
serán los principales protagonistas (y no precisamente de novelas). Es por eso
que quiero hablar sobre tres asuntos: (1) Lo público y su importancia para las
sociedades modernas, (2) El conocimiento como sustento del bienestar y del
crecimiento económico en las sociedades industriales, y (3) La importancia de
la historia, es decir de la memoria, en las sociedades democráticas.
En Colombia, aunque
las formas nos confundan y nos hagan creer lo contrario, vivimos inmersos en
una sociedad pre-moderna, pre-industrial y pre-democrática. A pesar de los
infinitos tropiezos y aunque no queremos ser del todo conscientes, aquí estamos,
viviendo uno de los períodos más importantes de la historia de nuestro país, de
nuestra sociedad, es decir de cada uno de nosotros, uno de los períodos más
importantes de nuestras vidas. Por primera vez en la historia reciente de
nuestro trasegar tendremos unas elecciones sin la presencia armada del grupo de
personas que durante más de sesenta años hicieron parte de esa compleja lógica
de violencia en el relacionamiento político de nuestro país. En mi vida, en la
de ustedes, y probablemente en la vida de la mayoría de personas que conocemos,
nunca antes se ha celebrado una elección sin la presencia armada de las FARC.
Es una oportunidad única para pensar en el país que queremos, el que deseamos y
el que estamos obligados a dejarles a nuestros hijos.
(1) Lo público y su importancia para las sociedades modernas: La modernidad implicó muchos
cambios en las ideas y conceptos que se tenían sobre el mundo. En
mi opinión el más importante fue la redefinición de lo público para ponerlo al
servicio del colectivo. La conversión de los jardines reales en parques
públicos, los antiguos palacios en museos o universidades y la separación de
los poderes en tres partes (ejecutivo, legislativo y judicial) significó el fin
de la primacía de lo privado para dar espacio a la posibilidad de soñar en una
sociedad colectiva.
En Colombia la modernidad, si llegó, llegó a
medias. Es por eso que aún hoy, nos hacemos preguntas tan risibles, como preguntarnos
si Avianca presta un servicio público cuando claramente es un servicio privado
o si el agua es un bien que debemos proteger cuando claramente tenemos que
hacerlo. Las sociedades modernas no se pueden concebir sin la existencia de
bienes públicos; son los bienes públicos el sustento de todas las acciones que
se desencadenan en las sociedades para poder ser industriales y democráticas.
Nosotros no sabemos lo que son los bienes públicos por qué pocas veces los
hemos visto. En Colombia no tenemos aceras (andenes) dignas, que son el bien
público por excelencia en las ciudades modernas. En Colombia el único bien
público que se produce de manera eficiente es el aguardiente, y se hace porque a
través de ese se capturan rentas que luego por la perversión de la corrupción
llenan los bolsillos de quienes detentan el poder en nuestro país.
En Colombia, las necesidades generan economías
de escala que son aprovechadas por algunos grupos de personas para enriquecerse.
Nuestros aeropuertos no son públicos, nuestros servicios de transporte urbano
no son públicos, nuestros servicios públicos no son públicos, nuestros centros
de atención médica no son públicos y en los últimos meses he observado con
preocupación que muchas personas están interesadas en que nuestras escuelas de
primaria y secundaria ya no sean públicas. De la misma forma que los procesos
de “gentrificación” operan en la
ciudad, los que controlan el estado colombiano han marchitado los hospitales en
favor de las clínicas, las escuelas en favor de los colegios, los fondos de
pensiones colectivos en favor de las cuentas en entidades privadas, los sistemas de
transporte masivo en favor de los negocios de transporte particular, y podría
seguir con muchos más ejemplos.
He tenido la oportunidad de viajar a muchos
lugares en el mundo, y una de las cosas que siempre me ha llamado la atención
ha sido el estado de los baños públicos. En los países donde se vive mejor,
aquellos que son modernos, industriales y democráticos, me he encontrado con
baños públicos dignos para los seres humanos contemporáneos. En aquellos países
donde prevalecen dinámicas de poder autoritario, donde existen procesos precarios
de desarrollo industrial y donde prima lo privado sobre lo público, me he
encontrado con baños que atentan contra la calidad de vida y en muchos casos ni
siquiera son públicos, tienen candados o simplemente no se prestan. Espero no
se entienda que el éxito está en reformar todos los baños y abrirlos al
público, el asunto es más de fondo que de forma. Es un asunto de software y no
de hardware.
(2)
El conocimiento como sustento del
bienestar y del crecimiento económico en las sociedades industriales: El crecimiento económico y el bienestar
son fundamentales para mejorar las condiciones de vida de las personas que
hacen parte de una sociedad. Sin embargo, en Colombia nos han hecho pensar que
el fin justifica los medios, cuando la verdad son los medios los que justifican
el fin. Los economistas que hacen parte del establecimiento solo se enfocan en
el porcentaje de cambio de una variable estadística que llamamos Producto
Interno Bruto (PIB).
Tuve la oportunidad de ser subdirector de la entidad que se encarga de
medir esa variable y se que el crecimiento económico no es la variación de ese
porcentaje, esa es una simplificación de la complejidad económica. El crecimiento
económico es el cambio constante y en valores absolutos del entramado
productivo de un país, cuando el crecimiento del PIB responde exclusiva o
mayoritariamente a la variación de las exportaciones de petróleo, estamos ante
un país estancado y sumido en la forma más básica de generación de riqueza.
He sido un gran admirador de los modelos industriales de los países
escandinavos. Ellos hace cien años tenían vacas y árboles. Hoy en día Dinamarca
es potencia mundial en fabricación de industrias (óigase bien, industrias y no
productos derivados) lácteas. Es decir, si alguien quiere una planta
pasteurizadora o una nevera de altísima calidad para procesos lácteos, son las
marcas danesas las que están al nivel de competir globalmente. Por otro lado Suecia
a partir de su riqueza forestal se convirtió en el líder mundial de fabricación
de sierras eléctricas (visiten cualquier ferretería agroindustrial y pregunten
por esta marca “Husqvarna” o visiten su página web) y a partir de esos procesos
siguieron con la fabricación de motocicletas, automóviles, y lo que conocemos
como maquinaria amarilla (Volvo). Claro también usaron su riqueza forestal para
su crecimiento industrial, miren lo que ha pasado con IKEA, pero ese es e perfecto
ejemplo donde lo que importa no es el recurso básico o la materia prima sino la
innovación, la creatividad, el diseño y la manufactura a través de la
estandarización. Todo esto sucedió y al mismo tiempo hicieron esfuerzos por
preservar o reponer sus bosques.
Aquí en Colombia, no sabemos hacer máquinas de café. Las máquinas de expreso que en términos técnicos son una tontería de fabricar (agua con alta presión y un control electrónico) debemos importarlas de Italia. Todo gracias a una falta de apalancamiento entre nuestra riqueza y el desarrollo industrial. Perdimos la oportunidad de apalancarnos con el café para industrializarnos y la seguimos perdiendo con la minería, con los recursos forestales, con nuestra biodiversidad y los cientos de recursos que tenemos. Creemos que con exportar lo que sale de las minas vamos a estar mejor, y al final solamente vamos a tener una mísera compensación y tendremos que cargar con todas las externalidades negativas por el resto de nuestros días.
Aquí en Colombia, no sabemos hacer máquinas de café. Las máquinas de expreso que en términos técnicos son una tontería de fabricar (agua con alta presión y un control electrónico) debemos importarlas de Italia. Todo gracias a una falta de apalancamiento entre nuestra riqueza y el desarrollo industrial. Perdimos la oportunidad de apalancarnos con el café para industrializarnos y la seguimos perdiendo con la minería, con los recursos forestales, con nuestra biodiversidad y los cientos de recursos que tenemos. Creemos que con exportar lo que sale de las minas vamos a estar mejor, y al final solamente vamos a tener una mísera compensación y tendremos que cargar con todas las externalidades negativas por el resto de nuestros días.
Sin industria, es decir, sin la capacidad de
transformar los recursos que nos rodean en cosas de mayor utilidad (es decir
con mayor valor agregado) no vamos a lograr dar saltos cuantitativos en nuestra
calidad de vida. Mientras sigamos llamando “industria” al turismo o a la
construcción, estaremos condenados a seguir construyendo muñecos de plástico en
las montañas, incentivando la construcción de hoteles y generando riqueza a
algunos a partir del trabajo de otros a través del cambio de usos de suelo. Es
decir, peleándonos por las migajas que nos dejan las exportaciones del petróleo
y no subiéndonos en espirales productivas y de bienestar a través de miles de empresas competitivas en cientos de sectores productivos.
En Colombia son muy pocos los empresarios que
existen. Un hombre muy rico, que en los periódicos insisten en llamarlo
empresario, ha dicho en repetidas ocasiones: “las empresas se crean cuando uno
se gana el contrato”. Esta es una evidencia clara de dos perversiones que
tenemos en nuestro país, por un lado, la creación de empresas no se hace para
competir y crecer en el largo plazo (como la economía ya nos ha indicado que es
la forma como se hacen competitivos los mercados), y por otro lado, el uso por
parte de esos rentistas de los recursos públicos para sostener sus utilidades
privadas. En Colombia prácticamente no tenemos emprendedores sino rentistas y
eso es muy dañino para el crecimiento industrial de un país.
La única forma de garantizar que hagamos el
salto sustancial es a través del conocimiento. En otros escenarios lo llaman el
“know-how”, que significar saber hacer. No estamos hablando de saber hacer
mesas o martillos, estamos hablando de saber hacer máquinas, aparatos
electrónicos, microfibras, nano-instrumentos, entre muchos más. Son retos
complejos y no se hace nada para lograrlo, todo lo contrario, se le quita el
presupuesto de COLCIENCIAS y se le transfiere a “carreteras terciarias” (y lo pongo
en comillas porque en nuestro país cuando un presidente dice carreteras terciarias
o censo de población faltando 8 meses para terminar su gobierno y en pleno período
electoral, creo que está diciendo otra cosa). Al fin y al cabo, con 300.000
millones de pesos no se construye ni siquiera una universidad, y para que el
conocimiento se convierta en ciencia y ésta en innovación que lleve a impactos
en la industria se requieren billones, se requiere compromiso y menos mermeladas o ñoñomanías.
En mi opinión, el único lugar en Colombia que
conozco que tiene el potencial de dar un salto sustancial en esta perspectiva
se llama Parque Tecnológico de Guatiguará. Sin embargo, no hay claridad en su
manejo, los recursos son escasos, se ha construido como una colcha de retazos
(gracias al heroico esfuerzo de grandes profesores y funcionarios de la UIS),
lo han merodeado politiqueros para apropiarse de los recursos de inversión y
está sufriendo de una grave enfermedad que en temas de innovación se llama “rent-seeking”. El PTG debe seguir fortaleciéndose,
pero es que Colombia requiere al menos 4 o 5 parques tecnológicos para empezar
a dar saltos sustanciales, y eso requiere el esfuerzo del estado pero también
que las empresas entiendan que tienen que aportar para ganar. En este sentido
el conocimiento también debe ser un bien público, y sino, al menos la capacidad
para producir conocimiento debe ser pública, luego se puede privatizar vía patentes
y registros pero que reconozcan el aporte del bien público y lo retribuyan (no
es fortuito que la ley de spinoffs
haya sido promovida por la UIS).
El conocimiento es necesario, necesitamos
muchos “ñoños” (no de los de Montería) y menos “poetas urbanos” como Maluma.
Tenemos que pasar la página, necesitamos un país donde un candidato
presidencial al decirle a otro profesor no lo esté poniendo en un nivel
inferior como lo hizo Juan Manuel con Antanas Mockus. Necesitamos un país donde
un profesor, pero mejor aún, un científico pueda ser sinónimo de importancia y
respeto. Ustedes estudiantes están llamados a garantizar que en los próximos
años este país sea dominado por científicos, profesionales, emprendedores,
creativos, artistas, para pasar la página de los guerrilleros, paramilitares,
corruptos, rentistas, y otros que tanto daño le han hecho al país.
(3)
La importancia de la historia, es
decir de la memoria, en las sociedades democráticas: Para concluir quiero hablar de la importancia
de la historia para las sociedades democráticas, la importancia de recordar y no
olvidar. No podemos olvidar quienes han sido los que por años han usado lo
público para llevarse esos recursos a sus casas. Una sociedad no puede olvidar
quienes son los que los han llevado a la situación donde está.
Está claro, ya no hay que reñir para convencer
a la gente y demostrar que en nuestro país a muchos jueces los compran. Está
claro que muchos senadores y representantes usan el cargo que les permitimos
ocupar con nuestro voto para robar a través de clientelismo (nombramientos o
contratación por prestación de servicios) y de abuso en la contratación pública
con testaferros de cabecera (amigos contratistas que luego les llevan un pedazo
de lo robado a sus casas). Está claro que algunas inversiones en infraestructura
se usan para enriquecer a amigos, banqueros, y rentistas que se hacen llamar
empresarios. Está claro, que muchas de las personas que más dinero tienen
en nuestro país, se lo llevan a Barbados o Panamá para no pagar impuestos (que,
en términos prácticos, es casi lo mismo que robarse los recursos públicos).
Está claro que los llamados medios de
comunicación, que son más bien unos medios de persuasión, no le pertenecen a la
democracia sino a unos empresarios; ¿ustedes se han preguntado alguna vez, por
qué si dan pérdidas siguen siendo empresas donde invierten los hombres más
poderos económicamente (si hombres, porque en la riqueza las mujeres también
las han dejado a un lado)?. Yo me lo pregunto todos los días, y de alguna forma
entiendo por qué ellos están tan preocupados con eso que llaman “noticias falsas”,
les preocupa que existan canales donde las ideas y el conocimiento pueda fluir. Por eso cada vez que leo una noticia en un medio de persuasión tradicional, no me preocupo demasiado por qué me están diciendo, sino por qué me lo están diciendo.
En ese orden de ideas, creo que las redes sociales e internet bien utilizadas son el abono perfecto para la democracia, para que las buenas ideas fluyan. Para que podamos trabajar de manera colectiva, cooperar, apoyarnos y buscar soluciones en conjunto. Pero si seguimos gastando el tiempo mirando gatitos, famosos de vacaciones o platos de comida en restaurantes poco va a servir para que vivamos mejor. Los invito a aprovechar la riqueza de las redes para que cada día podamos intentar ser más inteligentes, conocer más y poder intentar vivir mejor.
En ese orden de ideas, creo que las redes sociales e internet bien utilizadas son el abono perfecto para la democracia, para que las buenas ideas fluyan. Para que podamos trabajar de manera colectiva, cooperar, apoyarnos y buscar soluciones en conjunto. Pero si seguimos gastando el tiempo mirando gatitos, famosos de vacaciones o platos de comida en restaurantes poco va a servir para que vivamos mejor. Los invito a aprovechar la riqueza de las redes para que cada día podamos intentar ser más inteligentes, conocer más y poder intentar vivir mejor.
Conocer la historia nos permite hacer una cosa maravillosa que hace la
democracia colombiana cada cuatro años. Podemos despedir de por vida a los que
gobiernan el país, tenemos la autoridad de nombrar nuevamente a todos los
congresistas, si queremos los podemos “botar” a todos de sus puestos de
trabajo. El año entrante tenemos una elección histórica y si todos nos ponemos
de acuerdo, podemos hacer que todos los que lleguen sean nuevas personas, sin
importar su espectro político, que sean personas que vengan con la intención de
ayudarnos a ser cada día menos pre-modernos, menos pre-industriales y menos
pre-democráticos.
Estudiantes, por múltiples
decisiones personales, pero fundamentalmente por querer pasar la infancia de mi
hijo junto a él, me vi obligado a renunciar a mi puesto como profesor en la UIS
y regresar a vivir en Bogotá. Todas las decisiones acarrean consecuencias, en
mi caso tengo que pagarle decenas de millones de pesos de vuelta a la
universidad porque incumplí con mi compromiso de pasar seis años al regresar de
mis estudios doctorales. Alcancé a cumplir con tres años y medio, pero el
faltante lo tuve que pagar, como corresponde cuando se asumen las cosas con la
seriedad y el respeto que se merece, al fin y al cabo son recursos públicos que
yo estaba en la obligación de devolverles a ustedes. Pero también acarrea la consecuencia
de levantarme todos los días y poder ver a Federico sonreír, y acordarme todos
los días que estoy obligado a trabajar por un mejor país para que cuando pasen
los años de la ingenuidad Federico pueda vivir en una sociedad donde las personas
más respetadas sean las honestas, las trabajadoras, las que pagan impuestos,
las que leen, las que cumplen con su palabra, las que piensan en los demás y no
todas esas personas que por tanto tiempo le han hecho tanto daño a millones de
personas en este país, esas que siempre quieren pasar por encima de los demás.
Para ustedes, que
igual que yo, fueron, son y serán estudiantes. No se cansen de ver en cada ser humano
la riqueza de lo que su experiencia le ha enseñado. Aprendan de todas las
personas que se encuentren por el camino, aprovechen para enseñarles algo que
ustedes sepan y nunca sigan ciegamente a alguien. Como dijo alguna vez un líder
santandereano, los hombres somos fácilmente sustituibles, las ideas pueden
perdurar. Es nuestra tarea hacer que así sea.
De nuevo muchas gracias estudiantes por todo lo que me enseñaron.
De nuevo muchas gracias estudiantes por todo lo que me enseñaron.
Diego Silva Ardila
Gracias profe, ha sido de gran ayuda sus enseñanzas y fue un honor conocerlo y estar en sus clases. Se le extraña y espero poner en práctica sus consejos.
ResponderEliminarExcelente documento, hacen tanta falta docentes que entiendan que la Academia se encuentra inmersa en una realidad que golpea la puerta de la Universidad reclamando soluciones.
ResponderEliminarUna gran perdida para la UIS, y una ganancia a un mayor para la vida de un niño, es usted un excelente profesor, mis mejores deseos, agradezco haber asistido a su clase y aun más poder leer un texto como este y nutrir un poco más mi mente.
ResponderEliminarHey there! I strongly agree with you. It was a pleasure to have you as a professional teacher, and I celebrate your decision of leaving the university and Bucaramanga. It seems that the Colombian pre-industrial, pre-democratic society has lots of challenges and it's a shame that a lot of the potential of students and graduated students to contribute to society in the form of taxes and work are in a different country or unemployed.
ResponderEliminarThanks Profe